martes, 2 de enero de 2018

LA FÓRMULA ANTI INDUSTRIAL DEL EFICINE.

ENRIQUECER A PRODUCTORES Y A FUNCIONARIOS PÚBLICOS A COSTA DE EMPOBRECER AL PUEBLO DE MÉXICO, HA SIDO LA FÓRMULA ANTI INDUSTRIAL DEL EFICINE DESDE EL 2006.


por Javier Oteka

Al Secretario de Hacienda le corresponde presidir
al Comité Interinstitucional del EFICINE.
Los otros dos miembros son la Secretaria de Cultura

y el Director General del Imcine.
El artículo 226, hoy 189, de la Ley del Impuesto sobre la Renta, fue diseñado -supuestamente- con la idea de fomentar el desarrollo del cine mexicano mediante un incentivo fiscal a la producción de películas que permitiesen hacer y consolidar una industria nacional.

Esto no se ha logrado.
¿Por qué?
Porque la razón de fondo fue la de crear un sistema de clientelismo para que los productores y creadores no se salieran del redil y mediante el maiceo -suministrado por empresarios autorizados por funcionarios públicos- se mantuvieran dóciles y hasta cómplices del sistema que facilita la penetración en México de la industria cinematográfica estadounidense. ¿Cómo es que este estímulo fiscal funciona?
Para recuperar sin intereses la inversión de una película mexicana que logra exhibirse en salas, es necesario que ingrese en taquilla unas 8 veces lo que se invirtió para producirla.
Pongamos como ejemplo "Cuando los hijos regresan". Recibió del Eficine cerca de $18.2 millones de pesos. De acuerdo con las reglas de operación, dicho incentivo no puede ser superior al 80% del presupuesto de producción, de modo que esta película tuvo que tener autorizado un costo mínimo de $22.75 millones. El 20% restante debe aportarlo el productor, lo cual casi nunca sucede ya que generalmente se presentan los presupuestos inflados.
Para recuperar la inversión en su corrida de estreno, casi dos años después y sin intereses ni ganancias, tendría que haber ingresado en taquillas un mínimo de 190 millones de pesos.
Pero únicamente ingresaron 45 millones de pesos en taquilla (al término del 2017), de los cuales tocaron al productor, en el mejor de los casos, 6 de los 22.75 que se invirtieron en producción. Los 39 millones restantes en taquilla fueron para pagar los impuestos y los costos de exhibición y distribución.
En rigor contable, si el productor recupera 6 de los 22.75 millones invertidos, sin incluir intereses financieros, lo que le quedan son 16.75 millones de números rojos. Pero como el incentivo fiscal es a fondo perdido, en vez de pérdidas lo que le queda al productor es una enorme ganancia contable extraída de los impuestos que pagamos los mexicanos y no de un éxito comercial de taquilla.
Para que esa ganancia (pérdida) contable se convierta en ganancia real generada por el mismo proyecto (y no por otros proyectos que ilegalmente la conviertan en gastos deducibles), es necesario que la película logre mayores ingresos en salas y en otras ventanas, lo cual ha sido prácticamente imposible, ya que este tipo de productores no cuentan con el capital necesario para invertir en promoción y publicidad, y el Estado tampoco los incentiva en esta área de manera suficiente. Y los distribuidores se excusan y no le invierten, argumentando que la calidad de estas películas nacionales no está a la altura que se requiere para competir contra las gringas.
Así que el resultado de este mecanismo fiscal ha sido el de incrementar una producción chanchullera sin posibilidades reales de que atraiga la cantidad necesaria de público para recuperar semejantes montos de inversión.
Producción chanchullera porque los productores -en complicidad con sus proveedores técnicos, artísticos y de servicios- por lo general han optado por robarse lo más que pueden de esos incentivos, en vez de invertirlo en sus películas, obviamente con la anuencia de los servidores públicos y miembros "honorarios" de los comités que impunemente han lucrado con los multimillonarios moches y privilegios malhabidos.